Desde El Diario de Colón, queremos recordar que hoy es la rememoración de la crucifixión de Cristo, de su Pasión, un suceso lacrimógeno, funesto e infinitamente desolador que refleja la vileza y el egoísmo humano, pero que, al mismo tiempo, redimió a los hombres pecadores, demostró la magnitud infinita de la misericordia de Dios, hasta qué punto nos ama y el escarnio que es capaz de sufrir por nosotros.

Jesucristo nos demostró con este gesto de Rey enteramente humilde que es capaz de dejarse lacerar, magullar y fustigar por sus hijos, que está dispuesto a someterse a la mofa y befa más vil y sanguinaria.

Dios Hijo no se limitó simplemente a decirnos que nos ama, sino que superó las barreras de las palabras y entregó su cuerpo en un dolor indecible e insuperable por nosotros.

El Rey de todas las cosas, el omnipotente soberano del universo se degradó, en forma de Dios Hijo, para redimir de sus pescados a sus súbditos y lo hizo de la manera más humillante, con la mayor abnegación.