Pelu Crespins, experto en divulgación histórica
Cada uno es quién y sus circunstancias, y por ende, nada hay más mágico que vivir la Navidad cuando se es niño, y mi realidad es un guiño a la filmografía ochentera o como mucho noventera; que disfruten de tan mágica era.
5.- Batman Vuelve (1992):
Película muy injustamente criticada en su momento, pero alabada tras el paso de los años como es meritorio.
El escenario gélido, material y pagano de Gotham va como anillo al espíritu decadente y glamuroso de la navidad ultracapitalista.
El maestro Cristopher Walken borda el papel, con una muy acertada estética new romantic, del magnate despiadado.
Y frente a tanta oscuridad emerge Michelle Pfeiffer, de belleza felina y por lo tanto, la Catwoman por excelencia.
Como cruel moraleja aparece el Pingüino, como un ser deformado que acrecienta su odio hacia la humanidad, y a la corrompida y pútrida consumista navidad.
Ante tales insignes personajes, Batman ocupa un segundo plano, pero profesionalmente ejecutado.
4.- Gremlins (1984):
Lo cierto es que ser un niño en los 80 y principios años 90 era cool de pelotas.
El ingenio y la creatividad en las pelis alcanzaba cotas no igualadas en la historia cinematográfica.
Las tres reglas de oro eran no agua, no comida después de medianoche y no rayos solares.
El trasfondo navideño que acompañaba a esa familiar comedia, su toque siniestro y psicodélico ochentero, hace que sea una película que se asocie irremisiblemente y paganamente a la celebración del nacimiento del Mesías.
Entretenimiento del bueno, ideal para una sobremesa bajo el calor del hogar. Muy buena secuela, también, la de 1990.
3.- Solo en Casa (1990):
Ciertamente, quien no haya visto esta película, aunque sea más milenial que la Rosalía, no ha tenido infancia.
El malogrado Macaulay Culkin, nombre de estrella 90s tenía el chaval en plan Kurt Cobain, se queda solo en casa mientras que su extensa familia se marcha a Francia en plena navidad.
De tal modo, que los adornos navideños no paran de sucederse como corresponde a una buena familia “winner“ americana.
El chico se queda solo y eso da lugar a las más disparatadas e ingeniosas escenas, con la apoteosis del intento de asalto de los dos estúpidos ladrones.
Desde el punto de vista espiritual, la escena de la película es cuando el chico solo acude a la iglesia y se da cuenta de la importancia de la familia en esos momentos, y el magistral y enternecedor diálogo con el viejo solitario en la iglesia bajo el sonido de celestiales coros, que denotan pureza de alma y adoración al Altísimo.
2.- Entre pillos anda el juego (1983):
Si hay pelis que deben verse siempre en navidad, esta es una de ellas.
El decorado navideño de Boston y New York es una constante el devenir de la que probablemente sea la comedia por excelencia de los 80.
Se hace una feroz crítica a la sociedad desigualitaria y de clases, y pone en juicio lo que es el determinismo, es decir, que tu condición económica-social te haga ser mejor o peor persona.
Como moraleja final, se pone de relieve que simplemente los adinerados también pueden ser gran gentuza.
En todo caso, la escena de Dan Aykroyd borracho perdido vestido de Papá Noel cuando ha tocado fondo es desternillante, y en cierta medida, pone de relieve la falsedad e hipocresía de la navidad en las sociedades de libre mercado.
También, la escena de la fiesta de nochevieja en el tren y cómo van disfrazados es uno de los momentos cumbres de la comedia.
1.- Los fantasmas atacan al jefe (1988):
Hay que ser muy insensible para no estremecerse al ver esta película.
Bill Murray se pone a la altura de los grandes clásicos de la Edad de Oro de Hollywood y acapara toda la atención en esta peli.
El arrogante y capitalista directivo no tiene escrúpulos para despedir empleados antes de navidad o maltratar a sus empleados.
La cosa cambia cuando recibe la inesperada visita de tres fantasmas: un taxista, un hada y un mensajero.
Estos le hacen ver las consecuencias que pueden tener sus acciones y son francamente estremecedoras.
De cómo puede convertir a una caritativa mujer en una arpía fría y despiadada.
De cómo puede ocasionar la indigencia de un empleado al que despidió.
De cómo todos los actos que uno hace tienen consecuencias.
Al final, recapacita y se redime, abandonando ataduras empresariales y materiales, y da un magistral discurso navideño en donde todos se encontraron conmovidos por sus palabras.
Incluso se le eleva a la categoría de santo haciendo hablar a un niño mudo negro.
En mi opinión, la peli con mejor mensaje navideño de los tiempos occidentales.