Columnista: Pelu Crespins, experto en divulgación histórica y crítica musical
Llega el tórrido verano y la playa se solía llenar, ahora como ya sabemos, todo es una incertidumbre y un caos. Sin embargo, sean inconscientes los latinos, todavía sigue habiendo una gran afluencia de público y a vivir que son dos días y si se propaga el virus o no, ¡qué mas dará!
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El padre de familia
Aquí, está el playero más tradicional, el de toda la vida, el de los 60 y el destape. Aquel señor ya entrado en años, con sombrilla, leyendo el periódico y echando un vistazo a las mujercitas de tanto en cuanto. Su prole más pequeña está feliz chapoteando en la orilla bajo la atenta mirada de su progenitora, mientras que él está sentado, dirigiendo la orquesta. Los hay que se tiran casi todo el día y con todo el calor en el sitio, ¡vaya tostón! Pero él es un playero con todas las letras. También puede llevarse el bocata, aperitivo y cervecitas para hacer más amena la espera.
El ligón de playa
Hoy en día, no sé si se estila mucho, pero en la última mitad del siglo XX fue lo más. En los años 70 iba con toda la pelambrera de macho hispánico, cadenote de oro y bañador marca paquetes. En los años 80 los había tanto ya depilados como de ligero pelo en pecho, a lo Mitch Buchannon, con su bañador con forma de pantalón corto, gafas de sol súper guay y bronceado a lo Julito. En los años 90, el ligón de playa era el más fiestero, el que venía de resaca a contar la que lio el día anterior. En el siglo XXI, se va más bien depilado, de gimnasio y puede que carezca de la labia, el duende y el encanto del ligón del siglo anterior.
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El solitario
Ahora, tenemos al místico de la playa, el que acude en soledad con el fin de meditar bajo el sonido de las olas. Las playas del norte de España serán más propicias para dicho fin, o bien el mediterráneo al atardecer, cuando el gentío sea menor y el calor no te deje tan k.o. Este hombre acude en bici, la deja candada, se da un baño y luego se queda mirando al infinito con el fin de hallar la señal que guíe su camino. También puede que acuda con un libro y empiece a darle a la lectura bajo la inestimable ayuda de la sombrilla o bien a la sombra del acantilado. Ansía una buena puesta de sol, otro día que se esfuma, otro día que el rey sol pone ocaso.
La impúdica
Esta se da en este siglo XXI en toda su plenitud. Es aquella mujer que sin pudor se queda en tetas con toda normalidad y naturalidad. También hoy en día parece que se ha puesto de moda el llevar un tanga que prácticamente es como si no llevase nada y enseñase todo el culamen. Pues ello, lo más curioso de todo es que ya ni despiertan la atención, hay tal cantidad de impúdicas en la playa que ver unas tetas ya es como ir a comprar el pan. En cuanto a si es legal o no lo de quedarse en tetas, lo desconozco, el uso ya parece que es costumbre y que ha creado derecho. Y al que no le guste ver tetas en la playa, que se quede en la capilla, o bien que emigre a un país de corte puritano y no a uno liberal y progresista como este.