La prensa ha difundido, de forma sumamente amarillista, que el Papa apoya las uniones de personas del mismo sexo.
El Cardenal Ratzinger explicó este asunto de forma meridiana. Señaló que había que oponerse al matrimonio homosexual con todos los medios posibles y dejar una clara constancia de esta oposición.
A esto, añadió Ratzinger que en aquellos países donde estuviese tan asentado que fuese prácticamente imposible derogarlo, se podía intentar dar una cobertura legal de distinta índole, que no reconociese esta convivencia como matrimonio o familia.
Ahora bien, en ningún caso, habría que ver esta medida como una ley justa, ni aceptarla moralmente, sino solamente como un medio para abrogar las uniones del mismo sexo en aquellos lugares en los que fuese casi imposible derogarlo, no en los demás, ojo.