No me malinterpreten, vivimos en un estado de derecho y existe la libertad de conciencia y de opinión y por ende, cada uno tiene derecho a tener sus propios ídolos.
Nuestro presidente, como animal netamente político que es, solo podía tener a otro semejante como ídolo, y ese es Largo Caballero; político socialista de los años 30 y firme defensor del Frente Popular; derivando hacia ideologías más revolucionarias ganándose el apodo del ‘Lenin español’; pero sin meterse en el comunismo de pleno, por otro lado; ¿les suena a alguien?
En el último congreso socialista celebrado en Valencia, Pedro Sánchez no ha tenido otra mejor ocurrencia que ensalzar la figura de Largo Caballero y citarle como el más claro ejemplo de cómo debe actuar realmente la izquierda política, sindicalista y social.
Esto se debe a la decisión del Ayuntamiento de Madrid de retirar la placa del edificio en donde vivió en el barrio de Chamberí.
Defendió el compromiso de Largo Caballero con la democracia, la reforma social y el entendimiento con las izquierdas. Vaya, cuanto exceso de buenas intenciones para un político que vivió la II República y la Guerra Civil… Época demasiado convulsa para tanto buenismo, digo yo.
A pesar de vivir en un barrio considerado hoy en día como bastante bueno, como es el de Chamberí. Y a pesar de ser también un buen barrio en aquella época, Largo Caballero habitaba en una modesta buhardilla, con padre carpintero y madre sirvienta.
Su madre se divorció de su marido en 1871, aprovechando la avanzada reforma progresista de la Gloriosa de 1868, acusándole de borracho y maltratador. Tras lo cual vivió y malvivió con su madre en su infancia y adolescencia.
Vivió una época muy convulsa, los primeros años del siglo XX, momento pre y revolucionarios a todas luces y este hombre ahí estuvo, en la UGT, en la huelga de 1917, en la cárcel, liándola parda por la causa.
Ya bien entrada la II República fue partidario de la alianza entre los diversos sindicatos y partidos obreros abogó por un pacto con el Partido Comunista y con el sindicato anarquista CNT, lo que provocó su enfrentamiento con otros líderes socialistas, en especial con Indalecio Prieto.
Finalizada la Guerra Civil, se exilió a París y fue a parar dos años a un campo de concentración detenido por la Gestapo en Francia. Bueno, ideas políticas aparte, no cabe duda de que el Lenin español tuvo una vida para contar mil y una historias.
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