-. Poeta pobre: Ricardo, he de reconocer que te envidio por el florecimiento relampagueante de tus finanzas y por el opulento tren de vida que llevas a expensas de las mismas.
-. Banquero forrado: Y yo te envidio a ti, porque me desvivo por amasar fortunas para adquirir reconocimiento, y veo que nunca hablarán de mí con tanto entusiasmo como lo hacen de ti.
-. Poeta pobre: A falta de ardites, la fama dejó desde hace tiempo de importarme.
-. Banquero forrado: En mi caso, el exceso de ardites ha provocado que la fama sea de las pocas cosas que consigan importarme.
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