Pablo Iglesias hace el prometeico esfuerzo y el denodado sacrificio de enclaustrarse en su humilde morada por el coronavirus.
Desde El Diario de Colón, tenemos el firme convencimiento de que está sufriendo más penurias en su casa que Gregor Samsa, el protagonista de La Metamorfosis, de Franz Kafka, ese paranoide libro que todo el mundo presume de haber leído y que seguramente casi nadie lo haya hecho. Y eso que es breve, aunque sumamente lunático y aburrido.
Ya si hablamos de en qué condiciones se encuentra cada uno clausurado, ahí, siento reconocer que no se parecen ni en el blanco de los ojos (si es que alguna vez fueron «blancos«). Mientras Gregor Samsa permanece asqueado y enclaustrado en su cuarto, Pablo Iglesias goza de mayor espacio y no creemos que se encuentre especialmente compungido.
Ahora bien, otra cosa en la que sí que se pueden llegar a parecer es que ambos son unos personajes, ya que los dos son de ficción, y en que los autores que han pincelado sendas personalidades están como una irrecuperable cabra.
Por muy mal que nos caiga El coletas, tampoco le deseamos que su destino sea similar al de Gregor Samsa, a quien su propia familia sacrificó para quitarse a un moribundo hombre-bicho de encima.
Eso sí, le advertimos a Pablemos de que si quiere que sus hijos no terminen haciendo lo mismo con él, les empiece a decir que la eutanasia es un asesinato, porque, como siga en sus trece, nos da que va a tener alguna cosa más en común con Gregor Samsa.
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