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‘El pueblo quiere nieve’, el artículo que ha dejado K.O a Filomena

Columnista: Pelu Crespins, divulgador histórico y crítico musical

Después de estas copiosas nevadas caídas en la Comunidad de Madrid, en donde ahora ya no hay calentamiento global ni demás, ¡Anda que no nos hubiesen calentado la cabeza con el tema si no hubiese caído ni medio copo y las temperaturas hubiesen sido de 15º! Hemos podido constatar una realidad: el pueblo quiere nieve.

La posibilidad de hacer el dominguero sin que sea domingo y de decir gilipolleces bajo manto helado

A pesar de la sempiterna pandemia, a pesar de haber quedado aislados por 40 cm de nieve, faltos de suministros, faltos de trabajo según el sector afectado correspondiente como siempre; es llamativa y digna de admiración la cara de felicidad de la gente tirándose bolas de nieve, improvisando trineos con cualquier cosa, diciendo gilipolleces bajo manto helado, caminando con sus bastones entre las calles.

En lugar de tener que subir a Navacerrada, atasco de 1h30 para que luego el Guardia Civil de turno les diga que está cerrado y vuelta a la cueva; ahora ya tienen el blanco espectáculo debajo de su morada y ya pueden hacer el dominguero sin que sea domingo ni tener que coger el coche y chupar el consiguiente atasco.

El Palacio Real helado evoca la majestuosidad del Palacio de Invierno de los Zares rusos

Yo he caminado por las calles de Madrid con nieve, he visto el Palacio Real helado y parecía el palacio de invierno del zar, el estanque del Retiro, el palacio de Cristal con techo nevado, la puerta de Alcalá, Gran Vía, Cibeles, la blanca Castellana… Y no voy a engañar, es una estampa francamente bonita y original, ya que la nieve no suele frecuentar en exceso la capital, aunque tampoco esto es Córdoba, la nieve siempre puede ser un factor previsible en ciudad a 600 metros de altura y con marcado clima continental.

El ‘indiscutible’ y apocalíptico calentamiento global ha dejado de existir

Este año ha nevado, el calentamiento global ya no existe, también ha llovido bastante; pero lo que más en claro he sacado es que sean las consecuencias que sean, el pueblo quiere nieve, el pueblo es feliz cuando hay nieve, la gente disfruta, se ve cara de felicidad, riadas humanas subiendo la Castellana a riesgo de pegarse una buena leche si dan con una buena placa de hielo. Incluso los más chulos y pudientes sacan su todo terreno 4×4 como si más que viviesen en Madrid, viviesen en un bosque canadiense, inmejorable situación para darse a lucir.

La gente es más feliz que una perdiz trasegando birras mientras ve la nieve, como si estuviese en los Alpes franceses

Otros pillan esquís o snowboard y hala, tiran cuesta para abajo a riesgo de comerse algún bordillo falto de nieve. En los pocos bares que osan abrir, la gente es más feliz que una perdiz tomándose sus birras viendo la nieve desde fuera, como si estuviesen en los Alpes franceses.

Por último, visto lo visto, deberíamos institucionalizar un periodo de nieve en nuestra ciudad, no sé, creemos masas de frío polar para este fin, hagamos la danza de la nieve perpetua, roguemos a algún dios nórdico que nos brinde con su gélido espectáculo cada año.

Un espectáculo mejor que el orgullo gay: la nieve no discrimina a nadie

La nieve en Madrid es el nuevo espectáculo anual, mejor que el Orgullo Gay, aquí no se discrimina: niños, ancianos, pobres, ricos, guapos, feos, dentados, desdentados, trepas, currelas, fachas, rojos, blancos, indios, esquimales, mulatos, negros, listos y cortos; todos disfrutan del manto nevado por igual y sino, basta con la cara de felicidad del pueblo.

Veredicto y conclusión: el pueblo quiere nieve. Y hay que dar al pueblo lo que quiere.

 

 

 

 

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