Barrer el polvo del asfalto al deslizarse en zapatillas. Fragancias de Madrid.
Serpentear por senderos renacentistas contemplando los destellos de Gran Vía en lontananza. Fragancias de Madrid.
Trasegar de un fugaz sorbo una cerveza de artesano. Fragancias de Madrid.
Estaciones del XIX y trenes que galopan con el frenesí de las centellas. Fragancias de Madrid.
El olor a ropa vieja batiéndose en duelo con luces de neón. Fragancias de Madrid.
Aullidos revolucionarios en plazas orientales revestidas de realeza. Fragancias de Madrid.
Fachadas opulentas que descuellan en hediondos callejones. Fragancias de Madrid.
Jardines isabelinos en los que se yerguen palacios de cristal. Fragancias de Madrid.
Sórdidos garitos frondosos de hitos musicales. Fragancias de Madrid.
Tugurios de mala muerte vivificantes de añoranzas. Fragancias de Madrid.
Moluscos aceitosos con los flancos custodiados por dos panes. Fragancias de Madrid.
Apéndices auditivos servidos en barras de metal. Fragancias de Madrid.
Un inmenso atlas salvaje jalonado por icónicas ciudades.
Fragancias de Madrid. Sí. Fragancias de Madrid…
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