El comandante Iglesias saldrá de Galapagar para empezar el año y recuperar sus orígenes.
No obstante, lo hará escoltado por la flor y nata de los cuerpos y fuerzas de seguridad, pero no para protegerse a sí mismo y su circunstancia, sino en pos de custodiar las calles de Vallecas.
Este paladín del comunismo millonario admite que se va a poner morado, pero “como tributo al color de su partido”.
No se jartará de champaña, ostras y centollos por apego a los placeres capitalistas, sino para ponerse morado en términos literales y genuinos. “Sin mariconadas”, sentencia el Capitán Antiespaña.
El caudillo podemita hace aflorar su impronta dramática, eclosiona su yo de humorista y dice que irá en coche de gasolina “para satirizar a la burguesía anticlimática”.
También, el jerarca morado se enfrascará en uno de sus mejores perfumes, pero no por elitismo y vanidad, sino “en aras de hacer al pueblo partícipe de los olores de la casta privilegiada y así, instaurar el igualitarismo olfativo”.
Irene Montero, casualmente, no asistirá a la cita, pero no porque le incomode salir de su chalet.
Su ausencia va encaminada a “demostrar que un hombre puede ir perfumado solo, sin que una mujer se envuelva en fragancias heteropatriarcales”.
El patriarca hetero de Unidas Podemos llevará esmoquin no por amor a la burguesía, sino para honrar a su madre, “una abogada que viste de punta en blanco”.
Otra de las razones es “como ofrenda a los actores progresistas de la Gala de los Goya”.
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