Columnista: Plácido Díez Gansert, autor de ocho novelas y experto en crítica literaria
Dado que, en las actuales circunstancias, vamos estar todavía privados un tiempo del placer de ir al teatro, os sugiero evocar los escenarios en vuestra imaginación, leyendo las obras que os apasionan.
Para esta segunda quincena de mayo, me gustaría recomendaros a uno de los más grandes, si no el mayor dramaturgo de todos los tiempos. Hablo del inconmensurable William Shakespeare (1564-1616), autor de más 30 piezas teatrales, desde comedias hasta tragedias. y uno de los mentores del célebre teatro isabelino.
Otelo, una de las tragedias más brillantes y entretenidas de todos los tiempos
La pieza que os sugiero es una de sus más conocidas . Me refiero a Otelo, escrita en 1604 y ambientada en la poderosa Venecia renacentista.
El protagonista que da nombre a la obra es un eminente general moro al servicio de la república veneciana, quien desposa a escondidas con Desdémona para horror del padre de ella, un senador de la ciudad.
Un matrimonio a escondidas, la ruín invención de una infidelidad, alta traición, celos…
Otelo es enviado poco después a Chipre para detener una invasión turca. El taimado Yago, villano del drama e incesante conspirador, aprovecha para fabular un romance entre Cassio, lugarteniente de Otelo, y Desdémona.
La obra exalta los celos, la sinrazón y el frenesí humano, con una retórica de tal exuberancia y belleza que ha levantado al público de sus asientos en los cinco continentes durante más de cuatro siglos.
En 1887, fue llevada a la ópera de la mano de Giuseppe Verdi.