El estado norteamericano de Alabama despierta a Occidente de su letargo. Arroja un jarro de agua fría a un primer mundo en las llamas de su descomposición.
Alabama prohíbe el aborto en casi todos los supuestos, con escasísimas excepciones, muy cerca de la prohibición total.
En El Diario de Colón, somos partidarios de la prohibición completa de este asesinato, sin escasas excepciones, pero, aún así, celebramos, exultantes, este progreso moral y material.
La cultura provida se alza victoriosa con providencial holgura.
Un tonelaje de 26 votos gana el pulso a 6 papeletas abortistas y a 1 abstención.
La gobernadora de Alabama, Kay Ivey, tiene en sus manos la firma de esta ley. Está a punto de convertirse en la entrañable defensora de los no nacidos, en la dama de hierro de los santos inocentes.
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