Columnista: Íñigo Bou-Crespins
Esnobismo quiere decir “sine nobilitate”, locución latina que significa “sin nobleza”, pero es una terminología orientada a las élites con ansias de brillar, no al pueblo llano.
En base a esto, me atrevo a establecer tres estapas por las que ha pasado el esnobismo:
I-. Esnobismo primigenio u originario:
La primera etapa del esnobismo la encabezan los dandies decimonónicos, aquellos que imitaban a los nobles en su manera de vestir y educación, y en multitud de casos, lograban convertirse en uno de ellos mediante un buen matrimonio.
Un paradigma del esnobismo primigenio u originario sería Oscar Wilde.
II-. El esnobismo art déco o vintage:
Es el esnobismo empresarial de principios, mediados y finales del siglo XX, el de aquellos que ven la riqueza y el éxito económico como demostración de status o posición social.
También, presumir de ser de derechas y de hablar diferentes idiomas constituyen, para ellos, otra demostración de status o posición social.
Dan mucha importancia a vestir con la elegancia del banquero, a adoptar una indumentaria más de tiburón de los negocios, de directivo de multinacional que de lord inglés.
La gomina, los tirantes, los trajes a medida y las gafitas de carey representan la panacea de su vestimenta.
El Donald Trump de los años ochenta sería un ejemplo fidedigno de lo que es un esnob art déco o vintage. José María Aznar, también, representaría perfectamente a este estereotipo.
III-. El esnoblishment:
Es el esnobismo del siglo XXI, el cual, a diferencia de los dos anteriores, consiste en buscar el status o la posición social, pero aparentando estar haciendo lo contrario. Es decir, está basado en la hipocresía.
¿Por qué lo denomino como “esnoblishment”? Lisa y llanamente, porque se trata de un esnobismo al servicio del establishment progre. Representa la fusión de la palabra “esnob” y del vocablo “establishment”.
Estos, para erigirse en élites sin parecerlo, renuncian a la elegancia clásica por la vestimenta hortera, e intentan apearse de la derecha tradicional, para reemplazarla por el progresismo “cool”.
Cada vez, veremos más altos ejecutivos que defiendan las emergencias climáticas, los postulados de la ideología de género y que vistan sin corbata, todo para conservar sus privilegios sin aparentar que pertenecen a una clase privilegiada.
Pedro Sánchez, al combinar socialismo con su complexión de Ken deportista y guaperas, sería un ejemplo esclarecedor de lo que significa pertenecer al esnoblishment.