La Monarquía española es como el vino, incrementa su popularidad con el paso de los años.
En la última encuesta de renombre realizada, Don Felipe se alzó con el 75,3 por ciento de aceptación.
Este majestuoso -y nunca mejor dicho- porcentaje supera al 74,8 obtenido por su padre en 1995, según el CIS.
Lo que más mérito tiene de Felipe VI es que, cuando fue proclamado Rey, la popularidad de la Monarquía estaba anegada en mínimos históricos (e histéricos).
En junio de 2014, Su Majestad heredó una Corona con una reputación del 37,2 por ciento, que frisaba peligrosamente los bordes de la república.
El carácter conciliador, carismático y risueño del Rey Felipe ha reconstruido la Monarquía de las cenizas de su descomposición.
El pueblo soberano deposita la soberanía de su confianza en el Monarca de la nación.
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