El podemita Íñigo Errejón, que abandonó la formación morada por Más Madrid, es partidario de que se acepten las donaciones de Amancio Ortega contra el cáncer.
En un ejercicio de aplastante sentido común, el delfín de Manuela Carmena ha subrayado: “Si alguien quiere donar algo que ayuda a curar, me parece bien”.
El lugarteniente de Carmena ha afirmado que no ve “la menor contradicción” en aceptar las ayudas de un millonario y en exigirle, por otro lado, que distribuya a la sociedad con justicia.
Errejón es capaz de separar el pecado del pecador, de deslindar el juicio de los actos del de las personas que los cometen. En resumen, de distinguir una churra de una merina.
Desde El Diario de Colón, opinamos que una acción puede ser buena proviniendo de una mala persona. Y viceversa.
Por consiguiente, si la izquierda interpreta que Amancio Ortega es “malvado” y su acto es bueno y necesario, éste sigue siendo igual de loable e imprescindible, porque tiene entidad propia.
Por esto, consideramos que no tiene sentido esta unión radical entre el pecado y el pecador que hace un sector de la izquierda podemita.
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