Aunque el cuerpo descompuesto de Franco vaya a ser exhumado, el General es lo que menos le importa a Pedro Sánchez.
Franco no es más que el chivo expiatorio, la cabeza de turco, el instrumento para alcanzar otros fines. Vengarse del General no es un fin en sí mismo, sino un medio.
Sánchez ha logrado presionar a los magistrados del Tribunal Supremo para que, con la excusa de exhumar a Franco, dicten una sentencia favorable a que el Gobierno pueda intervenir las Iglesias.
Incluido este parecer en la sentencia, el Gobierno tendrá poderes, de ahora en lo sucesivo, para hacer y deshacer a su antojo en los Templos Católicos.
De hecho, Sánchez ya ha comenzado a hacerlo, prohibiendo a los Monjes entrar y celebrar Misa en la Basílica de El Valle de los Caídos. Y esto es sólo el principio.
Además, ya es público y notorio que Sánchez está estudiando la fórmula para retirar e incluso derribar la Cruz.
También, se ha puesto de manifiesto la debilidad de los fieles e incluso de algunas jerarquías de la Iglesia -Santa, pero formada por humanos pecadores- para oponerse a un enemigo acérrimo.
Consciente de esta debilidad y con una sentencia favorable a intervenir las Iglesias, Sánchez ya sabe que el campo para él es orégano. Y que su poder roza lo absoluto.
Otra de las intenciones de Sánchez, según revelan con aplomo y credibilidad numerosos pensadores, es terminar con la Corona.
Considerando que Franco es quien restableció la Monarquía, en la figura del Don Juan Carlos, el Reinado iniciado por el mismo quedaría deslegitimado.
Quizá por esto haya abdicado como Rey emérito pocos meses antes de la exhumación, para que la Monarquía pueda argumentar que Don Felipe, al no haber sido ungido por Franco, no está deslegitimado.
No obstante, ya se las arreglarán los republicanos para argumentar que la Monarquía en sí está deslegitimada, y que, por ende, dicha deslegitimación salpica al Rey Felipe VI y a cualquiera de sus sucesores.
Todo lo que acabo de explicar lo resume, con muy buen tino, José Manuel Soto en un mensaje de Twitter.
Éste dice así: “Este es el plan: Exhumar a Franco, luego volar la cruz, santificar al Frente Popular, demonizar a la Iglesia, debilitar al Ejército, disolver la Guardia Civil, prohibir los toros, abolir la Monarquía, deslegitimar la transición, trocear España… No pararán hasta conseguirlo…”.
Como colofón, estimo acertado concluir con esta frase de Alejandro Dumas: “El orgullo de los que no pueden edificar es destruir”.
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