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La fábula del tiburón empresarial y el revolucionario

Ignacio Crespí de Valldaura / Fábula / tiburón empresarial / síndrome de Estocolmo / revolucionario

Fábula del escritor Ignacio Crespí de Valldaura

Érase una vez un dinosaurio empresarial, un tiburón financiero, una mano turbina de los mercados. Este lince capitalista no podía ser más ducho o avezado en acuñar moneda, en sedimentar montañas de oro en la trastienda de sus arcas.

Su ídolo en vida era Patrick Bateman, el protagonista de American psycho, y vestía como un lobo de Wall Street de los ochenta. Bailaba Hip to be square, de Huey Lewis & The News, y Blue monday, de New Order, al son de los brincos que pegaban sus tirantes. Fulminaba a sus competidores con una mirada torva de animal financiero, la cual se realzaba desde las límpidas lentes de sus gafas de Oliver peoples (hechas de carey, como no podía ser de otra manera).

Pensaba que tanto él mismo como los de su especie eran imbéciles. Todo lo que hacían le parecía un circo. Odiaba su modus operandi, pero, al mismo tiempo, sentía adoración por su modus vivendi.

En el hemisferio contrario, se encontraba un revolucionario aguerrido, apasionado, ardiente, combativo, y con el pelo desgreñado. Vivía enfrascado en una turbamulta de ensoñaciones socialistas, las cuales defendía con arrojo, ahínco y frenesí, y con los pies arrebujados en unas botas metálicas.

Todo lo que hacía le parecía ridículo. En el fondo, ni él mismo creía en las utopías en las que se afanaba; pero las proezas que acometía imprimían notas de épica y gloria sobre la partitura de su vida. El furor de las hazañas que protagonizaba transfiguraba la prosa en poesía.

Una realidad común a sendos personajes es que se sentían irrefrenablemente atraídos por un estilo de vida que, al mismo tiempo, detestaban. ¿Acaso nunca te ha sucedido a ti, venerable lector, algo parecido?

Esta paradoja es tradicionalmente conocida como ‘el síndrome de Estocolmo’.

Contacta aquí con el autor de esta fábula, el escritor Ignacio Crespí de Valldaura

 

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