Estamos a viernes y como es habitual, toca Cartelera.
Les propongo una historia que no va a dejar indiferente a nadie, y además está de estreno.
Contextualicemos: El pasado 10 de noviembre, volvieron a celebrarse elecciones generales en España después de una primera convocatoria electoral fallida el 28 de abril y meses de bloqueo político.
Si algo hemos de saber de los líderes de los partidos llamados tradicionales es que cuando dicen una cosa, hay que pensar al revés de lo que lo acaban de expresar verbalmente por sus boca, para poder así traducir lo que tienen en de verdad en su mente.
Algo parecido, un deja vú, me pasó por la cabeza, cuando escuché a Pablo Casado, afirmar 2 días después de los comicios, que en la noche electoral intentó contactar con Pedro Sánchez, y que Falconetti ni siquiera se puso al teléfono.
Pues bien, TRADUCIDO, si algo está claro, es que Casado y Sánchez hablaron y no precisamente del tiempo invernal, aquella noche del 10 mientras el recuento avanzada y vox escalaba a 52 diputados, liándose más la madeja de la configuración parlamentaria y vislumbrando la gran pifia que había supuesto la repetición electoral para los dos y para un tal personaje de cuyo nombre no consigo acordarme, llamado Josep Cuevas o umm Albert Rivera, bueno, es lo mismo, da igual .
Y prosiguiendo el relato se preguntarán los lectores de que hablaron estos ¿dos?.
Dónde buscar la solución al porqué del espectáculo lamentable que vemos en la política patria.
Y la respuesta es sencilla, es la de siempre, aunque haya que repetirla un millón de veces, porque a muchos, sobre todo votantes, no terminan de metérselo en la cocorota:
Los partidos del establishment español, el régimen del 78, El Sistema, El Bipartidismo, PP Y PSOE, en resumen, sin más florituras léxicas propias de La Tuerka, tienen una cara oculta, como la Luna.
Una cara oculta que, por supuesto, no es la cara que figura para la opinión pública, y que es la base de su éxito electoral estos 35 años, donde tú parece que eres de derechas y yo soy de izquierdas, creamos una estrategia de la tensión (o de realidades en tensión según mi compañero articulista Don Quijote de la Casta), pero luego dejamos lo importante, como diría Rajoy, para la intimidad, y si hace falta, incluso nos hablamos en catalán.
Presumiblemente el pasado 10 de noviembre, lo que Pedro y Pablo (Casado, que no Iglesias, aunque los términos nos suenen a una boda) acordaron poner en marcha la enésima maniobra de distracción masiva de nuestro querido establishment, junto con otras superproducciones anteriores, como “La MOCIÓN”, “155 Aventura en Cataluña”, o “No es No”, de las cuales hablaré largo y tendidamente en otros artículos, porque tienen tela cinéfila.
En este caso la historia, trataría de como cargarse a dos moscas cojoneras, llamadas VOX y Podemos, que aunque las usamos tácticamente para picar al otro, (no todo es amor entre el bipartito, sobre todo, habiendo poder y pasta por medio, ya se vio en El Padrino) se nos están posando demasiado en la merienda, y claro hay que repartirse unas suculentas tartas de poder judicial, de financiación autonómica, de subvenciones a partidos, de ocultación de ciertos trapos sucios, como para que una asquerosa mosca nos lo arruine, posándose encima.
Hay que aplastarlas como sea, por ejemplo, con una estampida de votantes asustados ante una peli de terror, donde Pedro sufre una transformación demoníaca y cambiando su trayectoria y opinión empieza a meter acomunistas como Pablo iglesias en el Gobierno, con el propósito de colectivizarnos hasta la ropa interior, y acordando aliarse de paso con unos señores separatistas, deciden también trocear de paso España en 17 naciones confederadas republicanas y feministas, pero entonces sucede que, sólo un hombre, llamado Pablo Casado, en su caballo blanco y con su barba abascaliana aparece y con su NO es No, nos puede salvar…
En fin, como no quiero ser pesado, voy a aguarle la película al lector, y les diré que me conozco el final pero no los detalles intermedios.
Respecto de los detalles, no me acuerdo si el personaje de Pablo iglesias muere apuñalado antes o después de una supuesta investidura o de unas terceras elecciones, pero que acaba tirado en un vertedero con una daga en su espalda estoy seguro de haberlo visto.
Y luego está el final, que he de reconocer que es bastante coñazo, donde a modo de aparición mariana, sale a escena un tal Macron, personaje aburrido y grisáceo, pero muy bien vestido, el cual nos revela que debemos seguir un camino basado en dos principios básicos muy sencillos:
Progresismo en lo moral, y sobre todo, ultracapitalismo en lo económico, un ultracapitalismo de género y multicultural diferente al capitalismo moderado social de libre mercado, y que gira entorno a la idea de la gran corporación globalista.
Frente a la pyme y los autónomos, Morgan Stanley, los Ubers y Cabifys en detrimento de los taxifascistas, o los Glovo frente a Pepe el de la Bicis, Amancios Ortegas versus clases medias, ETC, ETC.
Con todo ello, alcanzaremos el Paraíso Progre, una especie de Arcadia feliz de muerte digna y moderación salarial, donde sólo los más proactivos y resilientes podrán entrar.
Esto es, en síntesis, el summum de lo que se persigue por parte de la “élite” política, empresarial y periodística española, y la razón de ser de toda esta comedia mala pactada por los de siempre el 10 de noviembre.
Detrás de La Investidura se esconde sencillamente un escenario de macronización, llevada a cabo por parte de partidos y personajes de obediencia macrónica. Fin de la Película.
Y ya saben, todo lo demás es pura coincidencia.
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