Pedro Sánchez no censuró ni las manifestaciones feministas, ni el acto de VOX. El Gobierno ha pecado de profunda falta de cautela y prevención.
A esto, anexémosle que PP, C’s, PSOE y Unidas Podemos apoyaron irresponsablemente la gigantesca convocatoria popular del 8 de marzo.
VOX, por su parte, también, ha cometido una negligencia de proporciones industriales al celebrar el acto de Vistalegre. La noticia de Javier Ortega Smith es la trágica prueba de ello, a quien le deseamos una pronta recuperación.
Todos, sin distinción de ideología, han metido clamorosamente la pata. PSOE, PP, VOX, Unidas Podemos y C’s.
Esta es una de las nefastas consecuencias de politizar en exceso la vida pública. La sobrepolitización es una droga tan adictiva que no se renuncia a ella ni bajo riesgo de contagio.
Ya advirtió Benedicto XVI del refulgente peligro de mesianizar a los políticos, de endiosarles, con el ejemplo de que Barrabás fue un líder de resistencia al que el estúpido pueblo votó salvar antes que a Jesucristo. No sustituyamos el endiosamiento de la política por la búsqueda de Dios.
Vayamos a confesarnos, recuperemos la Gracia de Dios, porque, como alerta Cristo en el Nuevo Testamento, no sabemos el día ni la hora de nuestra muerte. Evitemos ir al infierno, el llanto y el rechinar de dientes.