No sabemos si es definitivo, pero, por el momento, Pedro Sánchez cierra el pórtico gubernamental a Pablo Iglesias y tiende la alfombra roja a Rivera.
Las codiciosas exigencias de Pablo Iglesias, más la presión empresarial e internacional, apuntan hacia la región naranja del mapa político.
Todo esto, sumado al plan mundial de instaurar la gran coalición progre global, encabezada por el triunvirato Trudeau-Clinton-Macron, parece apuntar hacia un gobierno con C’s.
Europa está cada vez más cerca de importar la batalla Clinton versus Trump dentro de sus fronteras, encabezada por el derbi Macron contra Le Pen, pero con una victoria de la primera corriente sobre la segunda.
Esta exportación de la pendencia Clinton versus Trump ya es visible con nitidez en Europa.
Por un lado, el Ciudadanos europeo ha elegido como socio a los socialistas antes que al PP continental. Además, en España, se da cada vez, en mayor grado, este modus operandi, inexplicable todavía para muchos.
Por otra parte, el centro-derecha ha entrado en declive y muchos de sus votos están yendo a parar a las derechas alternativas, afines a Trump.
El plan no es promover un auge del trumpismo, sino instrumentalizarlo para instalar un gobierno Clinton vitalicio, perpetuo, perenne, como una dictadura de ideología única y progre en todo Occidente, pero con rostro y apariencia democrática. Algo muy similar a lo que lleva siendo durante décadas el PRI mexicano, un partido de centro-izquierda apoltronado en el poder por los lustros de los lustros, el cual ha perdido su trono recientemente.
De todos modos, no es descartable que el experimento les salga rana y que, por consiguiente, termine virando el panorama político hacia el lado contrario. El tiempo acabará dictando sentencia.
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