Pedro Sánchez propone revisar la inviolabilidad y el aforamiento del Rey, ambos derechos recogidos en la Constitución.
Alberga cierto grado de lógica que la figura del Rey no sea inviolable en sentido estricto, pero, analizando el contexto y los fines de quienes gobiernan, no es precisamente el momento para hacer claudicaciones.
Los progres vuelven a recurrir a una de sus tácticas más manidas, que es la de plantear algo razonable a priori, para terminar justificando una atrocidad a posteriori.
En este caso, exponen un planteamiento lógico, como es el de discutir la inviolabilidad del Rey, pero con la máxima de utilizarlo como excusa para demoler la Monarquía.
Los progres, por ejemplo, nos inocularon el veneno de la ideología de género a través de algo razonable y de primera necesidad: defender a las mujeres de una agresión física. Han dominado la propaganda con tal maña que parece que debes arrodillarte ante la ideología de género para proteger a la mujer, como si fuesen dos ventrículos inseparables.
Los ecologistas nos inyectaron el veneno de elevar el medioambientalismo al grado de religión a través de algo razonable: la conservación del medioambiente.
Los socialistas instauraron la peor de las tiranías del siglo XX a través de algo razonable: velar por los derechos de las personas desfavorecidas.
Ejemplos sobran a raudales sobre esta táctica de plantear algo razonable a priori, para terminar justificando una atrocidad a posteriori. Y lo mismo pretenden hacer con la Monarquía: poner en solfa la inviolabilidad del Rey, cuestión que goza de cierta lógica, con el único objetivo de destronarle, lo cual es una inenarrable barbaridad.
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