COLUMNISTA: El nieto desconocido de Tintín
Algunos sectores de la izquierda son incapaces de olvidar que no todo gira en torno a la política. Es su dios pagano, su mesías, su porrillo mal liado, su opio del pueblo, su revista porno, su obsesión.
Andrea Levy anuncia que tiene fibromialgia y algunos aprovechan la noticia para realizar burlas sangrientas, como que parece que está borracha, entre otras injurias, término que considero demasiado refinado para aludir a semejante esperpento.
En vez de acudir al recogimiento y mostrar un ápice de compasión, deciden escupir estiércol por la boca. A lo mejor es que estos desdichados no lo pueden evitar: si atesoran mugre en sus fauces y cerebro, quizá sea lo único que pueden aportar al abrir el pico.
La fibromialgia es una enfermedad que ocasiona dolor musculoesquelético generalizado y fatiga, además de problemas de sueño, memoria y estado de ánimo.
Ni por estas, Andrea Levy consigue arrancar medio ribete de condescendencia entre sus adversarios más sádicos y descarnados.
Debe ser que eso de la misericordia es cosa de cristianos, algo pasado de moda, «old fashioned». Vamos, que no es «cool», que no es «sexy», que no «lo peta», que no es «tendencia».
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