Es lícito e incluso puede que sea necesario que vayas a votar. O no, depende, pero lo más importante es que no sitúes la política por encima de los asuntos de Dios.
Cuenta el Papa emérito Benedicto XVI, en su magnífico libro sobre la adolescencia de Jesús, que Jesucristo vino al mundo como Rey en una época en la que se deificaba o endiosaba a los emperadores.
Había una intención clara de acabar con la idolatría de las autoridades políticas, y de devolvérsela a un solo Dios único y verdadero.
Benedicto XVI, también, recuerda que uno de los motivos que condujeron al Rey Herodes a perseguir al Niño Jesús fue el hecho de que se le considerase Rey, puesto que lo veía como una amenaza a su autoridad coronada.
Otra de las cosas que revela Benedicto XVI en su ensayo es que, cuando Poncio Pilato hizo un referéndum popular sobre si salvar a Cristo o al villano de Barrabás, el pueblo eligió al segundo, considerado por algunos como un mesías social.
En otras palabras, la gente votó por el indulto de un líder mesiánico terreno y condenó a muerte a Dios Hijo, Mesías divino.
Benedicto XVI indica que, en el Evangelio de Juan, se alude a Barrabás como “un bandido” (Jn 18,40), a lo que añade que, en la situación política de la Palestina de aquel entonces, la palabra “bandido” podría significar “luchador de la resistencia”.
Además, agrega que Barrabás había tomado parte en una revuelta (Mc 15,7), siendo acusado, en este contexto, de homicidio.
En resumen, puedes y a lo mejor, debes ir a votar (o no), pero jamás caigas en el error de colocar la política por encima de Dios y de tu misión como hijo de Él.
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