El Profeta Isaías, nacido a finales del siglo VIII antes de Cristo, en el año 765 a.C, ya adelantó la existencia de Jesucristo y de la Virgen María.
El capítulo 7, versículo 14, del libro de Isaías reza lo siguiente: “Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel”.
“Emanuel” quiere decir “Dios con nosotros” e Isaías alude a su Madre con el término “Almah”, que significa “doncella, joven, adolescente, virgen”.
Isaías, en el capítulo 9, versículo 5 de su libro, define a este Emanuel hijo de la mujer virgen como “Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la Paz”, que como “un hijo nos ha sido dado”.
El capítulo 8, versículo 8 del libro de Isaías dice lo siguiente: “Y pasará por Judá, inundará, crecerá, llegará hasta el cuello. Y sus alas desplegadas abarcarán toda la extensión de tu país, Emanuel”.
El Profeta Miqueas, contemporáneo de Isaías, precisó que Dios Hijo nacería en Belén.
“1. Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial.
2. Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas.
3. Él se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra”.
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