Los bomberos franceses sujetan con especial pleitesía, devoción, deleite, alborozo, regocijo y algazara la figura de Nuestra Señora de París, a la que han logrado rescatar del fuego del pecado.
La pericia y destreza del equipo de bomberos ha conseguido salvar los elementos más importantes y sagrados de la Catedral de Notre Dame.
El fuego no ha logrado irrumpir hasta el Sagrario, lo más importante del templo, ni calcinar reliquias de suma relevancia y notorio raigambre.
Pese a que el dolor y la consternación se hayan apoderado de buena parte del mundo con este nefasto suceso, la efigie de Nuestra Señora seguirá reinando en París con su refulgente aureola de divina majestad.