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¡Mantengamos despierta la Fe de la Bendición tras el coronavirus!

Columnista: Don Quijote de La Casta, experto en divulgación filosófica

Si hay algo verdaderamente positivo en la llamada “crisis del coronavirus”, es, en muchos casos, la asunción por parte de mucha gente de nuestra fragilidad, de nuestras limitaciones, de que necesitamos ayudarnos entre todos y que, a pesar de ello, parece que nuestros esfuerzos no son suficientes….

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Nos aferramos a Cristo en las crisis como Ulises al mástil en mitad de la tormenta

Es por ello que muchas personas, al verse limitadas, recurren a la Oración como último clavo ardiendo, recurren a Cristo como el mástil de Ulises al cual aferrarse ante la tormenta, esperando que Él, todopoderoso, ponga fin a la tormenta.

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Las élites liberal-progresistas no han logrado doblegar la fuerza de la Fe

Este hecho muestra algo positivo y es que todavía queda algo de Fe en los hombres, a pesar de la ingeniería social que las élites liberal-progresistas llevan ejecutando durante décadas y con especial incidencia en los últimos cinco años. A pesar de todo ello, la gente sigue recurriendo a Cristo.

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Sin embargo, debemos hacernos una pregunta importante:

¿Recurrimos a Cristo para que acabe la pandemia y nosotros podamos volver a hacer todo lo que hacíamos antes del confinamiento o recurrimos a Cristo para que acabe la pandemia y nosotros a su vez, tras aprender la lección de nuestra fragilidad, le ofrezcamos el propósito de ser mejores cristianos?

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Es curioso que el periodo de cuarentena coincida con el periodo de Cuaresma y ambas palabras tengan la misma raíz etimológica, parece que no es, precisamente, fruto de la casualidad.

La Cuaresma se ha considerado tradicionalmente como un período de Penitencia, es decir, un periodo en el que el hombre realiza actos de reparación por los males y daños causados fruto de su pecado.

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La Penitencia ha de hacerse con Dolor de los Pecados y Propósito de la Enmienda, sin caer en el “hacer por hacer” de la canción de Miguel Bosé

Evidentemente, “hacer por hacer” -que diría la canción de Miguel Bosé- penitencia no tiene ningún sentido. La penitencia ha de hacerse con posterioridad a haber sentido dolor de los pecados cometidos y haber manifestado interiormente el propósito de cambiar, el llamado Propósito de la Enmienda.

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Además, si contemplamos los diversos pasajes del Evangelio, Cristo ayuda, Cristo sana, Cristo obra milagros, pero antes de ejecutarlos examina con Elegancia Divina cómo está el corazón y la Fe de los hombres, examina si en ellos hay un propósito de convertirse, es decir, de ser mejores.

Quizá debamos reflexionar este punto. Rezar, pedir, suplicar por el fin de la pandemia, pero también examinar si tenemos la voluntad de ser mejores cristianos, que es lo que Cristo quiere de nosotros. Tenemos tiempo, mucho tiempo libre para darle una vuelta.

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