Autor: Don Quijote de la Casta
En un mundo donde parece tan importante la imagen pública, unido al relativismo y la ausencia de formación cultural, hemos llegado al punto de pensar, creer y llamar Elegancia a cualquier cosa que participe de lo Estético o de lo Bello sin serlo.
He visto gente que ha valorado la elegancia del esnob, la elegancia del presuntuoso e incluso la elegancia del cursi.
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Para que nos entendamos: Considerar elegante lo esnob, lo presuntuoso o lo cursi es algo así como considerar la Nobleza del nuevo rico, la Catolicidad del protestante o el Arte de vivir bien del consumista.
Es decir, en el mejor de los casos, una ausencia flagrante de claridad en los conceptos y en el peor de los casos, una deformación grotesca de la realidad.
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Para hablar de Elegancia hay que tener en cuenta siempre el componente ético, es decir, si no hay Ética no puede haber nunca Elegancia.
El Papa Benedicto XVI iba más allá y hablaba del necesario equilibrio entre Ética y Estética hasta el punto de decir que lo Bello y lo Bueno se confundían en un mismo significado.
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Y esta confusión queda muy bien reflejada en dos países latinos y de raíz católica como son España e Italia, donde la expresión “¡Qué bueno!” y “Chè bello!” es el modo con el que sus gentes expresan la misma sensación.