Recuerdo hace unos años que, en horario laboral y por motivos laborales, me tocó llevar, -cual Miguel Strogoff marca Hacendado- a casa de un partner de la compañía en la que trabajaba, una serie documentos que el ínclito debía firmar.
Ni recuerdo ni me interesaron especialmente los documentos que mi otrora pagador debía segnare, pero lo que sí me llamó la atención fue llegar a casa de un hombre español rondando la cincuentena y toparme en su salón con un imponente Buda.
Soy consciente del proceso de descristianización/apostasía generalizada que lleva décadas sufriendo la sociedad española, pero, en general y hasta ese día, cuando iba a casa de un español mayor de 50 años, por sólida, líquida o gaseosa que fuera su Fe, siempre me encontraba alguna imagen cristiana, aunque fuese considerado por ellos como un bien mueble heredado de sus progenitores y, por ende, algo de valor familiar o económico.
Aquí noté que el cambio social estaba siendo mayor del que me esperaba y comencé a estar ojo avizor frente al avasallamiento espiritual y cultural del mundo oriental en mi entorno social más cercano.
Tras mucho tiempo de observación y, sin ánimo de contribuir al prejuicio social pero sí a la reflexión, me di cuenta de que todo sujeto influenciado por el mundo oriental cumplía las siguientes características:
1) Creación o participación en ONGs cuya labor se realiza en África, India y zonas del sudeste asiático.
2) Iniciativas emprendedoras vinculadas con el ecologismo y la “sostenibilidad”.
3) Prácticas espirituales vinculadas con la New Age (yoga, reiki, meditación trascendental, mindfulness, etc.)
4) Personalidad pro-psicología positiva y motivación.
5) Pasión por la nutrición, el “healthy food” y las infinitas novedades y descubrimientos dietéticos.
6) Cierta tendencia a organizar viajes a lugares exóticos buscando “la paz” y “conexiones energéticas con la naturaleza”.
7) Transmisión de una sensación de histerismo encubierto.
Decía el gran G.K. Chesterton en uno de sus consabidos aforismos que “el problema de los no creyentes no era que no creyesen en nada, sino que se lo creían todo” y eso es, precisamente, lo que está sucediendo con las sociedades poscristianas.
De la noche a la mañana, han dejado de lado a un Dios que les decía: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11, 28-30) para, buscando “relajarse” y “hacer estiramientos”, echarse en brazos del yoga, consistente en realizar posturas corporales, llamadas asanas, que adoran a deidades hindúes, cuyo efecto desconocido es la activación de chakras, presuntos centros de energía -ni más ni menos que siete- que poseemos todos los hombres en nuestro cuerpo.
Sinceramente, puedo entender que el mundo oriental parezca muy cool, sobre todo, para mostrar en IG, -lugar que, por cierto, prometiendo fama, paga con FOMO-, pero siendo cristiano hay que ser un poco más espabilado y formarse más.
Si Dios se ha hecho Hombre, ha bajado a la Tierra, nos ha revelado la Verdad y ha instituido su Iglesia, con poder de “atar y desatar” (Mt 16, 19), para custodiar su Mensaje y expandirlo por todo el Orbe; ¿por qué cojones imitamos prácticas del mundo oriental, que es precristiano y pagano? ¿Qué sentido tiene entonces la Revelación? ¿Fuera de lo Revelado, no os asusta la posibilidad de toparos con la anti-Revelación?
Por otro lado, teniendo en cuenta que la Fe es una Gracia y que vivir el cristianismo requiere inicialmente de un encuentro personal con Cristo, puedo comprender que quien no haya vivido esa experiencia piense que Dios no existe o que carece de argumentos racionales para creer en su existencia, pero, si no hay argumentos para creer en un Dios que se ha hecho Hombre y ha bajado a la Tierra, ¿cómo puede haber más lógica, normalidad y sentido común en espiritualidades orientales, posturas a lo Rafiki diciendo “corrección, conozco a tu padre”, chakras y energías cósmicas?
En fin, dejo estas cuestiones para la reflexión, pero, como católico que ha pasado varias etapas de creer y no creer, por amor a la Verdad y sin ningún tipo de afán farisaico, comparto mi opinión: mucho cuidado con el mundo oriental, buscad testimonios de gente que ha salido escaldada tras haber pasado largos periodos allí (los hay a raudales en YouTube).
Por el contrario, tratad de daros la oportunidad de vivir la Fe de vuestros abuelos, ellos sí supieron sufrir, resistir y sacar adelante un país devastado y eso que no tenían internet ni sabían usar Chat GPT. No despreciemos su sabiduría, quizá los tiros vayan por otro lado.
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