Rindo pleitesía a Dimas Gimeno con el sobrenombre de El lobo de la Gran Vía por tres razones de peso.
La primera, porque con la creación de Wow está relanzando la Gran Vía, transfigurándola en un flamante cohete digno de orbitar en el espacio europeo.
La segunda, porque Dimas es un empresario de pro, que sabe encauzar presente y futuro en un destino común. Alguien capaz de tejer el hoy y el mañana en una urdimbre uniforme y ganadora. Es un profesional con el don de la anticipación, la habilidad por antonomasia del maestro Sun Tzu. Su afán por hacer de la visita a la tienda una experiencia única supone el hermanamiento de lo físico y lo digital, fenómeno conocido por el anglicismo “phygital”.
Como colofón final, no puedo terminar esta oda a Dimas Gimeno sin mencionar la estrofa de una de mis canciones predilectas, ese quijote musical de Miguel Bosé que reza así: Como un lobo, voy detrás de ti, paso a paso, tu huella he de seguir.
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