Desde El Diario de Colón, cerramos 2019 con 2.043.953 visitas, es decir, con más de 2 millones. Y para más inri, en menos de 5 meses de funcionamiento.
Nuestro éxito se sostiene sobre cuatro pilares: Ser rematadamente diferentes, rotundamente prácticos a la hora de alcanzar nuestros objetivos (obtener clics), hacer el doloroso sacrificio de no confundir lo que nos gusta a nosotros con lo que le atrae al lector (aunque nos hierva la sangre) y no dejarnos influenciar por las críticas de los perfeccionistas, listillos, puritanos, rigurosos, envidiosos y detractores. Este cuarteto de cosas ha hecho posible nuestra flamante victoria.
El mercado está inundado de competidores y por ende, lo que suele primar es salirse del camino de la competitividad masiva y agresiva, para así buscar un nicho en el que apenas haya gente codiciosa dándose codazos y asestándose dentelladas.
Hemos puesto mucho celo es ser originales, no los mejores. Somos “outsiders”, ácratas, hombres libres fuera de la pirámide estamental de los rankings empresariales. No nos motiva ser los números uno. Vamos a nuestra puñetera bola.
Somos el único periódico online capaz de sintetizar noticias completas en 2 párrafos, algo que el lector actual está pidiendo a gritos. Y nos dan igual las críticas ajenas.
Somos el único periódico online que publica varias encuestas al día, fuente inagotable de clics, véase visitas. Y nos importa un bledo que nos critiquen por ser informales. Somos prácticos, tenemos meridianamente claro nuestro objetivo y no vamos a renunciar a él por las rigideces de los plastas.
Somos el único periódico online que recolecta firmas al estilo Change.org, otra fuente inagotable de clics, véase visitas. Y nos importa un comino que algunos rigiditos frunzan el ceño por ello. Somos prácticos, tenemos meridianamente claro nuestro objetivo y no vamos a renunciar a él por las rigideces de los pelmazos.
Somos el único periódico online en el que nuestros redactores gozan de un elevado nivel intelectual y a su vez, son disparatadamente divertidos. Esto descoloca a aquellos rígidos que piensan que solamente se puede ser una de las dos cosas (o un empollón altivo y aburrido, o un humorista frívolo y nihilista). Esta habilidad nos permite llegar a numerosos tipos de público e incluso, ofrecer variedad de contenido a los lectores fieles. A la gente, le aburre las lecturas monotemáticas. Por eso, uno de nuestros lemas es el título de una canción de Un pingüino en mi ascensor, esa que dice: “En la variedad, está la diversión”.
Somos el único periódico online que es riguroso con la doctrina católica y rematadamente divertido al mismo tiempo. Algo que desencaja a puritanos, mojigatos y rigiditos.
Un error muy típico en comunicación es confundir lo que nos gusta a nosotros con lo que atrae a los demás. A todos, nos encantaría que fuese así, pero si quieres llegar a la masa, no te queda otra que salir un poco de ti (no del todo) y ponerte en su piel. En El Diario de Colón, es una lección que tenemos muy asumida, aunque nos hierva la puta sangre a veces.
Sin más dilación y como colofón final, nuestro éxito lo marca ser diferentes, ceñirnos a nuestro objetivo principal (la obtención de visitas o clics), no confundir los gustos del lector con los nuestros propios (ojalá coincidiesen) y no dejarnos achicar por las críticas de los amargados.
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