La furia española, cuando emerge con la fuerza un volcán, no hay muro que la contenga.
En cuestión de pelotas, no nos gana nadie. Y más tratándose de Rafa Nadal.
Loas, laudes, vítores y serpentinas le cubran de gloria y majestad a este paladín español del deporte.
Rafa Nadal atesora la fuerza de los mares mallorquines y el ímpetu del viento. Por su bravura, es temido. No hay pirata tenístico que logre doblegarle.
El macizo y corpulento divo español es el sí de las niñas y el burlador de sus adversarios.
En otra época, hubiese sido el terror de Inglaterra, el azote de la Pérfida Albión, la falcata de Hispania y el lobo feroz del Mediterráneo.
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