Decía Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo pervierte. No podría estar más de acuerdo.
La sociedad actual está completamente pervertida y revertida llegando a producir ganas de regurgitar. Tanta «selfie», tanta «fake people» y tanto «fake news» sin olvidar a los «haters», que se dedican a repartir su odio destruyendo todo lo que la gente normal y buena consigue con su trabajo y esfuerzo soltando sangre, sudor y lágrimas («Blood, sweat & tears»)
Creen saber de todo cuando en realidad no saben de casi nada. Dan clases magistrales de fútbol, política y últimamente hasta de medicina en medio de esta pandemia de COVID-19. Basta ya de que valga todo para que las fieras se puedan repartir la carne en ese Coliseo (llamado así en referencia al gran Coloso de Nerón que había a la entrada del Anfiteatro Flavio, de la dinastía Flavia en la Antigua Roma) que es el mundo en el que vivimos.
Decía Guy Debord, en su obra maestra La Sociedad del Espectáculo: “Se puede afirmar con certeza que ninguna contestación real se llevará a cabo por individuos que, al exhibirla, se elevan socialmente más de lo que se hubieran elevado absteniéndose. Lo cual no hace sino imitar el ejemplo notorio de este floreciente personal sindical y político, siempre dispuesto a prolongar por un milenio más la queja del proletariado, con el único fin de conservarle un defensor.“
No es de extrañar que los niños empiecen con entusiasmo sus estudios a una edad temprana con el absoluto conocimiento de la informática, mientras que son incapaces de leer. La conversación está casi muerta, y pronto también lo serán los que sabían cómo hacer uso de la palabra.
Debemos acabar con lo mecánico y restaurar lo espontáneo como cita el gran fotógrafo canadiense Jeff Wall: “el carácter mecánico de abrir y cerrar el obturador – el substrato de instantaneidad que persiste en toda fotografía – es el tipo de movimiento concreto opuesto a, por ejemplo, el fluir de un líquido”. Por tanto este mundo crecerá y evolucionará mientras siga apostando por las explosiones de orgasmos mentales en lugar de las bombas atómicas mecanizadas.
Por último y citando a J.R.R, Tolkien; El efecto sobre La Comarca (la sociedad de tribus y etnias) es profundo: dónde antes se producía vida a partir de la agricultura (durante el Neolítico), ahora se produce muerte a partir de la industria (Era Industrial). Esa era industrial que junto al horrible Victorianismo nos llevó a las 2 grandes guerras del siglo pasado, habló evidentemente de la I y la II Guerra Mundial. Si el ser humano quiere de verdad evolucionar y seguir formando parte del ecosistema de la Tierra (Gaia), debe por tanto volver a la sociedad agrícola del trueque, al huerto ya que el cambio lleva tiempo, abandonar poco a poco la sociedad del mercantilismo y consumismo desmesurado y ser capaz de subsistir con lo necesario. Eso es algo dónde los «selfies» y el postureo nunca tendrán cabida.
Los jóvenes de todo el mundo han sido autorizados a elegir entre el amor y una unidad recogida de basuras. En todo el mundo, han elegido la unidad recogida de basuras.
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