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Quique San Francisco, el cómico castizo y azote de la corrección política

Columnista: Pelu Crespins, divulgador de historia y crítico musical

Recientemente ha fallecido el actor y humorista Quique San Francisco, puede que algunos no recuerden su nombre, pero si alguna vez vieron su cara seguro que no la olvidan; con sus ojos saltones de rana, su pelo rubio rizado, delgado y alargado como un fideo, y su voz ronca y castiza como pocas.

Un icono del cine quinqui

La trayectoria, como buen artista de finales del s. XX, vuelve a ser de guión de cine. Comenzó a darse a conocer donde no podría ser otro sitio en un autor tan auténtico, en el cine quinqui de Eloy de la Iglesia. Un cine de bajo presupuesto, cutre pero insuperablemente auténtico y una radiografía de lo que vino a ser la generación perdida. En Navajeros hizo de el Marqués, un narcotraficante de baja estofa en donde el Jaro tiene que hacerle pagar una singular afrenta. También, salió en El Pico haciendo de un escultor vasco homosexual y otras fugaces apariciones en un cine, que si bien algo denostado en su momento, con el paso de los años, no cabe duda de que se trata de un documento histórico de primer orden.

Su vida fue al límite, como no podía ser de otro modo en aquella convulsa época. Ya en los años 90 y algo más calmado en su frenética vida años 80, se le pudo ver siempre haciendo de secundario, pero un secundario cuya cara rara vez se olvida. También, era frecuente verle en programas y en entrevistas variadas, ganándose el jornal, que bien hace falta.

Su faceta más destacada como artista sin lugar a duda fueron sus monólogos. Un hombre que vivió lo que vivió en la época más contracultural de la reciente historia española, no cabe duda de que tenía mil y una anécdotas que contar.

Un genio del humor castizo de barra y un adalid contra lo políticamente correcto

Yo pude acudir hace unos dos años a ver su particular monólogo en obra llamada La Penúltima. Y recuerdo que la hora y media o la hora que podría durar se me pasó volando; con sus anécdotas más divertidas de humor castizo de barra de bar mientras iba apurando una cerveza que tenía en mano; la cual prácticamente ni tocó. Adalid de lo políticamente incorrecto pues así lo dictaba su carácter indómito y rebelde. Pero en todo caso, con unas inmejorables tablas sobre el escenario y una gran profesionalidad; se notaba que adoraba lo que hacía, como si estuviese de conversación canalla en un castizo bar de Ventas, pero con la gran diferencia de estar delante de todo un escenario.

Y de eso se ganó la vida, de contar anécdotas, del costumbrismo y el casticismo; algo tan simple como complicado de transmitir. Como humorista que era, tendrá sus admiradores y sus detractores; pero fruto de su carácter tan cercano y directo, a la gran mayoría solía gustar este tipo tan peculiar.

Que descanse en paz y espero que estés donde estés puedas estar tranquilamente tomando esa penúltima que tanto disfrutabas.

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