Rafa Nadal y Amancio Ortega dejan el depauperado orgullo español allende la Vía Láctea.
La maña, destreza y maestría de ambos españoles de ley tocan el cielo, y lo tiñen de rojo y gualda.
Cuando el honor de España parecía que estaba sepultado, cuando creíamos que era imposible recuperar el pundonor, ambos leones consiguen restañar la grandeza de nuestra Patria.
España no ha muerto. Se encuentra en el camino de su resurrección nacional.
España resurge.
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