Diego Armando Maradona, ese maestro laureado del balompié, ese prohombre de los estadios futbolísticos, perennes de césped y rebosantes de hinchas, ha fallecido este miércoles, a causa de un paro cardiaco.
Con 60 primaveras a sus espaldas, y un sinnúmero de condecoraciones y trofeos sobre su vitrina, ha partido hacia el Juicio de Dios.
Que el Altísimo reciba con su infinita misericordia y justicia a este venerable futbolista, a este protodeportista con botas de fuego.
Recemos un Padrenuestro y un Avemaría por esta egregia figura del balompié.