Columnista: Ignacio Crespí de Valldaura Érase una vez una hermosísima ciudad situada en mitad de la nada, un oasis de belleza que se erigía en el corazón palpitante de un páramo desolado. Esta aldea urbanizada, que daba vida al inmenso secarral desangelado, era una especie de burgo medieval, pero con una arquitectura