Columnista: Ignacio Crespí de Valldaura Érase una vez una hermosísima ciudad situada en mitad de la nada, un oasis de belleza que se erigía en el corazón palpitante de un páramo desolado. Esta aldea urbanizada, que daba vida al inmenso secarral desangelado, era una especie de burgo medieval, pero con una arquitectura
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La fábula del burro solidario y el manantial encantado
Autor de este cuento reflexivo: Ignacio Crespí de Valldaura Érase una vez un burro que, todas las mañanas, abastecía de comida a varias comarcas cercanas. Los habitantes de estas circunscripciones le estaban enormemente agradecidos, puesto que, años atrás, sus tierras de labranza cayeron en barbecho; pasaron de ser terrenos muy fértiles
La fábula del tiburón empresarial y el revolucionario
Ignacio Crespí de Valldaura / Fábula / tiburón empresarial / síndrome de Estocolmo / revolucionario Fábula del escritor Ignacio Crespí de Valldaura Érase una vez un dinosaurio empresarial, un tiburón financiero, una mano turbina de los mercados. Este lince capitalista no podía ser más ducho o avezado en acuñar moneda, en sedimentar
La fábula del artista y el contable
COLUMNISTA: Ignacio Crespí de Valldaura Érase una vez un artista que realizaba todos sus quehaceres sobre la marcha, al albur de la intuición; su rutina carecía de calendarios y de normas; su creatividad no conocía fronteras de ultratumba; y navegaba siempre en el mar embravecido de la improvisación. Su genialidad era ostensible,
El cuento del simpático holgazán, una fábula que te depurará el alma
COLUMNISTA: Pepocles de Antioquía Erase una vez un vago en mayúscula, un perezoso en hipérbole, un haragán de tomo y lomo, un holgazán de olímpica competición. Sus compañeros de labranza estaban febrilmente hastiados de la ociosidad de aquel vago sin redención. Este irredento holgazán se demoraba a la hora de llegar al trabajo
El cuento del vividor empedernido, una fábula muy divertida con mensaje
Columnista: Pepocles de Antioquía Érase una vez un bon vivant de la dolce vita, un simpático truhán de los que caminan con la elegancia del chevalier y la parsimonia del donjuán. Un crápula risueño y con un donaire añejo. Un distinguido zascandil. Su caradura es de tal magnitud que, para colmo, es buena persona. Esto último