COLUMNISTA: Ignacio Crespí de Valldaura Es arrolladoramente probable que pienses que me voy a sacar de la chistera una floresta de consejitos estúpidos y cursilones, estólidos y acaramelados, propios de un fresón rebelde más “emotivista” que un alfeñique “gafapasta” con jersey de cuello vuelto; de esos que cacarean mantras lacrimógenos desde