Columnista: Pepocles de Antioquía Érase una vez un bon vivant de la dolce vita, un simpático truhán de los que caminan con la elegancia del chevalier y la parsimonia del donjuán. Un crápula risueño y con un donaire añejo. Un distinguido zascandil. Su caradura es de tal magnitud que, para colmo, es buena persona. Esto último